Aloria y la romanización en los valles cantábricos de Alava

Aloria y la romanización en los valles cantábricos de Alava

17 de Diciembre del 2002 - 12 de Octubre del 2003

El yacimiento de Aloria fue excavado entre los años 1989 y 1999, en una superficie aproximada de 1450 metros cuadrados. Se trata tan sólo de una parte de la extensión original del conjunto. El lugar se sitúa en una amplia terraza fluvial, en el entorno natural del valle de Orduña, en el límite de las provincias de Álava y Bizkaia.

La elección del emplazamiento, en una zona prácticamente llana, tuvo que ver con las buenas condiciones que ofrecía para la explotación combinada de los recursos agropecuarios, tal como revelan la naturaleza de los hallazgos producidos en el transcurso de la excavación y la propia funcionalidad de los recintos exhumados.

La ocupación de época romana puede situarse dentro de unos límites generales comprendidos entre los años 100 a.C. y 450 d.C. Con posterioridad a esa fecha hay constancia de la continuidad de un pequeño y precario hábitat en el lugar, que llega hasta plena Edad Media.

ESTRUCTURAS CONSTRUCTIVAS

La evidencia mas antigua de una ocupación estable en el yacimiento se remonta a los siglos II/I a.C. En ese momento tenemos constancia de la existencia de al menos un fondo de cabaña de planta oval y varios lienzos de muros muy alterados que discurren bajo los cimientos de las edificaciones romanas de época imperial. Las cerámicas objetos metálicos asociados a estas primeras estructuras encajan dentro de la cultura material propia de la segunda Edad del Hierro, que se mantuvo con pocos cambios entre las poblaciones indígenas de este sector del territorio alavés hasta su plena incorporación en el Imperio romano.

En una fecha que podemos situar en el último cuarto del siglo I d.C. el yacimiento conoce una profunda transformación. Se inicia entonces la construcción de todo un conjunto de dependencias de trazado ortogonal - con sucesivas transformaciones y añadidos - que sirven para crear un establecimiento de tipo rural, destinado a tareas productivas. En total se ha identificado una docena de recintos, mayormente de planta rectangular, que se disponen en torno a un camino pavimentado con cantos y guijarros. Este camino servía de acceso a lo que parece haber sido el elemento central de esta parte del establecimiento: un gran establo parcialmente cubierto y un almacén anexo, posiblemente destinado a guardar el forraje de los animales. El conjunto de edificaciones se hallaba delimitado por varias zanjas de drenaje, que evacuaban el agua de lluvia y la que procedía de los arroyos que discurrían por el entorno.

Para la construcción de los diferentes recintos se utilizó una técnica que combinaba el uso de la piedra, el barro y la madera como elementos principales. La piedra se utiliza en los zócalos, que se elevaban originalmente hasta una altura aproximada de 50/60 cm con hiladas irregulares de mampuesto calizo. Sobre ellos se alzaban las paredes de tapial y adobe, reforzadas ocasionalmente con pies derechos de madera. Los pilares de madera dispuestos normalmente en los ejes centrales de los diferentes recintos servían de apoyo a su vez para cubiertas o tejados, que eran también de material perecedero reforzado con grandes lajas de piedra caliza. La forma predominante de las cubiertas era la de dos aguas.

ACTIVIDADES ECONOMICAS

En su articulación definitiva, hacia mediados del siglo II d.C. Aloria presentaba el aspecto de un compacto establecimiento rural, dominado por dos grandes establos abiertos hacia su interior y flanqueados por varios almacenes de servicio. El estudio de los abundantes restos óseos hallados en los niveles arqueológicos correspondientes a este período permite afirmar que el ganado estabulado se componía mayormente de bueyes y vacas. También se ha documentado la existencia de caballos - dos esqueletos en posición anatómica y parte de un tercero - ovejas, cabras y cerdos. La ganadería era por tanto una de las actividades fundamentales realizadas en el lugar. Las gentes que lo frecuentaban desempeñaron además otras tareas productivas, como el trabajo del hierro, que llegaba a la zona seguramente en un estado de semielaboración. Entre los recintos localizados en el yacimiento hay dos que sirvieron para este fin. En su interior aparece abundante escoria de hierro junto a los restos de varios hogares y pequeños hornos dispuestos para el afinado del metal. Es bastante verosímil que una parte al menos de los utensilios metálicos y herrajes hallados en el yacimiento haya sido elaborado in situ. La actividad agrícola queda reflejada a su vez en el registro arqueológico en forma de útiles (molinos manuales de piedra para cereal) y en las semillas y pólenes identificados en las muestras de tierra extraídas.

El tipo de actividades documentadas en Aloria, el destino eminentemente funcional de los recintos y el propio trazado unitario del núcleo principal del establecimiento permiten sugerir su identificación con una villa rustica romana. En el conjunto faltaría aún por localizar la parte residencial o hábitat, oculta en alguna de las zonas inexploradas del yacimiento.

LA CULTURA MATERIAL

En el transcurso de la excavación de Aloria se ha podido recuperar un abundante lote de objetos perdidos o amortizados en el transcurso de la ocupación. Pertenecen a dos períodos principalmente, el altoimperial - que es el que corresponde a la utilización de los recintos antes descritos - y el bajoimperial (siglos IV y V), que se encuentra representado en una zona menor reocupada tras su abandono transitorio. Se trata de fragmentos cerámicos de terra sigillata hispánica procedente del Valle del Ebro, cerámica común de origen regional, objetos metálicos - en su mayoría de hierro (útiles agrícolas y de carpintería, herrajes) y bronce (hebillas y objetos de adorno personal) - agujas de hueso e instrumentos sobre piedra (molinos, pesas de balanza y afiladores). También se ha localizado un importante número de monedas, entre ellas dos depósitos o conjuntos cerrados formados por sestercios y denarios, perdidos entre mediados del siglo III d.C. Todo ello nos permite comprobar cómo las gentes del lugar participaban en gran medida de los elementos culturales característicos de las poblaciones provinciales romanas. Ni las peculiaridades sociales que se destacan en ellas ni el tipo de actividad económica dominante en el entorno - la ganadería - parecen haber sido un obstáculo serio para su adopción.

EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE LA ROMANIZACIÓN EN EL NORTE DE ALAVA

Aloria es hoy por hoy el único yacimiento romano excavado en extensión en la vertiente cantábrica alavesa. Sin embargo no es el único conocido. Los hallazgos aislados procedentes de localidades actuales de los valles de Orduña y Ayala nos indican que gran parte de las mismas se encontraba ya habitada en la Antigüedad. Estas evidencias son de naturaleza muy variada. Lo más frecuente son los hallazgos cerámicos asociados a restos constructivos que no han sido controlados arqueológicamente. También existen casos, como el Santurario de la Encina en Artziniega, en los que esta información ha sido obtenida mediante excavación.

Un tipo especial de evidencia - especial por el grado de información que reporta - la constituyen los epígrafes romanos, de los que conservamos algunos ejemplares en el norte de la provincia. Su número es escaso - en comparación con la cantidad que aporta el resto del territorio - pero proporcionan datos de indudable interés histórico. Así sucede con la estela de Licinia hallada en Llodio,que nos permite comprobar la pervivencia de un tipo de organización suprafamiliar indígena en época imperial romana. Este tipo de informaciones, junto a la que se deriva del propio registro arqueológico, la que nos permite conocer cada vez mejor el alcance y las peculiaridades de la romanización en la región cantábrica del País Vasco.