El Descubrimiento del Ocio

El Descubrimiento del Ocio

27 de Marzo del 2014 - 22 de Junio del 2014

El Museo Vasco de Bilbao presenta “El descubrimiento del Ocio”, una exposición itinerante realizada por el Museo Zumalakarregi, Ormaiztegi (Gipuzkoa) que aborda las nuevas formas de ocio surgidas en el siglo XIX.

Durante el siglo XIX el ocio pasa de ser patrimonio exclusivo de la nobleza a formar parte de la vida burguesa. La aparición y el desarrollo de una serie de espacios de sociabilidad informal, de nuevos centros y actividades culturales serán los temas a desarrollar en esta exposición. El ocio característico del siglo XIX será contemplativo y de formas contenidas, la lectura, el debate instructivo, la excursión, el teatro y las artes.

CASINOS Y SALONES DE BAILE

Durante este siglo se extenderá la construcción de centros de ocio en torno al juego. Los casinos centrarán su actividad en el juego pero no se limitarán a ello. La música y el baile también tendrán lugar en estos nuevos espacios. Además la burguesía y la aristocracia, entre encuentros en salones, juegos de cartas y ruletas, trazaban redes sociales de las que resultaban fructíferos negocios, vínculos políticos y alianzas matrimoniales.

La actual sede municipal se inauguró como “Gran Casino de San Sebastián” en 1887. Su actividad principal era el juego, pero también se celebraban conciertos, bailes y contaba con café-glacier y restaurante.

El primer Casino de Biarrtiz, Bellevue, se inauguró en 1857. Napoleón III y su mujer Eugenia de Montijo ya habían elegido, el lugar para pasar los veranos. Por sus salones se cruzaban los miembros de las principales cortes europeas.

TEATROS

El espectáculo más popular, por difusión y seguidores, era el teatro. Además de las representaciones en los teatros construidos, muchos pueblos recibían la visita periódica de las compañías de cómicos que representaban, cantaban y bailaban en la plaza o en cualquier lugar improvisado. El teatro no era concebido sólo como representación de obras dramáticas, sino que se introducía la música y la canción. Se representaban comedias, sainetes, vodeviles, óperas y zarzuelas.

Los burgueses iban muchas veces al teatro a verse, a exhibirse y a reconocerse. Esto era facilitado por la forma de herradura de los propios teatros, que facilitaba la panorámica del resto de localidades. Así en muchas imágenes de época el público aparece dirigiendo sus prismáticos a otros palcos y no a la escena.

CAFÉS Y TERTULIAS

A principios de siglo se fue difundiendo entre la burguesía un espacio más elegante que la taberna, el café. Apareció en la primera década y triunfó durante el Trienio Liberal (1820-1823), cuando las Sociedades Patrióticas que albergaban estaban en plena efervescencia. Espacios de la naciente sociabilidad política y promotores de la opinión pública, los cafés sirvieron como instrumentos del liberalismo. Los clientes pasaban largas horas leyendo periódicos o escuchando versos, conversando y haciendo tertulia literaria o política.

EXPOSICIONES UNIVERSALES

Las Exposiciones Universales serán la culminación de las exposiciones de la industria que se venían desarrollando desde finales del siglo XVIII. Servirán para mostrar los últimos descubrimientos, los progresos de la industria, del comercio y, en ocasiones, razas y costumbres exóticas de las numerosas colonias explotadas por el imperialismo occidental en auge.

En 1851 tuvo lugar la que viene siendo considerada como la primera Exposición Universal. Fue organizada por el Reino Unido en la ciudad de Londres, la capital de la primera potencia del mundo. Se diseñó un edificio espectacular, el llamado Palacio de Cristal, con elementos preconstruidos que fueron ensamblados en un tiempo record en pleno corazón de Hyde Park y fue la mejor representación del espíritu emprendedor de la época. La exposición recibió más de seis millones de visitantes.

Cuatro años después, en 1855, se organizó en París la que se llamó Exposition Universelle des Produits de l’Industrie.

Este tipo de eventos se convirtió en la unión de intereses públicos al más alto nivel con intereses privados de casi todos los sectores empresariales. Hasta la Primera Guerra Mundial se celebraron diecinueve exposiciones universales y numerosas internacionales en ciudades europeas y norteamericanas.

MUSEOS

Con la revolución francesa surge el museo público, desvinculado de la realeza o la nobleza. El gobierno republicano, en 1791, reunió en el Louvre todas las colecciones reales, las colecciones requisadas a la nobleza y las incautadas a la Iglesia y dos años más tarde se inauguró el Museo Central de las Artes, Louvre. Este modelo del Louvre influye en toda Europa y acelera la conversión de las colecciones reales en museos públicos. Luís Bonaparte creó el Rijkmuseum de Amsterdam y la Pinacoteca Brera de Milán; José Bonaparte, en 1809, decretó la creación de Museos de arte en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Tras la expulsión de los franceses se frenó la creación de dichos museos. Fernando VII devolvió las obras a sus propietarios, pero quiso crear una galería de arte con obras no necesarias en sus palacios, el Real Museo de Pinturas. En 1819, en el edificio destinado a Gabinete de Historia Natural se abrió el Museo del Prado, siguiendo el modelo del Louvre. Al morir Fernando VII en 1833 nadie quiere mantenerlo y la colección está a punto de dividirse entre sus herederos, pero la regente consiguió que todas las obras quedarán para Isabel II. En 1868, se nacionalizó, desvinculándose de la Casa Real.

TOROS

A lo largo del siglo XIX las corridas de toros pasarán de celebrarse en plazas provisionales generalmente urbanas a auténticas plazas de toros. A mediados del siglo todas las provincias contaban con alguna plaza de toros estable. En Pamplona, Bilbao, Vitoria, Bayona y Donostia ya tenían la suya. A finales de siglo otras poblaciones menores también contarán con plaza permanente, Estella, Portugalete, Orduña y Hondarribia por ejemplo. En todo caso, las corridas de toros se celebraban sólo en las ferias locales o en ocasiones especiales. Más popular, por participativa, será la modalidad de “sokamuturra”, especialmente apreciada en Donostia.

Desde su construcción en 1824, la plaza de la Constitución sirvió como marco para las corridas de toros celebradas en San Sebastián, así como para los populares toros ensogados (sokamuturra). La numeración que se conserva actualmente sobre los vanos está vinculada con una servidumbre que tenían los vecinos de las viviendas que les obligaba a poner a disposición del Ayuntamiento los balcones con vista hacia la plaza en los días en que se celebrasen espectáculos taurinos.

Esta plaza fue sustituida en 1851 por la plaza de toros de San Martín. Era redonda y la madera constituia el único elemento constructivo, pues la autoridad militar no admitió una edificación más sólida en razón a que el barrio de San Martín se encontraba muy próximo a las fortificaciones de la ciudad. Su capacidad era de unas 6.000 personas. Desapareció en 1867 por causa de un incendio.

La construcción del Ensanche forzó la edificación en 1870 de una nueva plaza de toros en Atocha, promovida por José Arana. Fue remodelada en 1882, elevando el aforo hasta las 10.000 localidades. En el año 1908 fue derribada.

PELOTA

“Y así como juzgamos que los bailes públicos influyen en el carácter moral, hallamos también en ellos y en estos juegos [pelota] la razón de la robustez, fuerza y agilidad de que están dotados aquellos naturales.” Estas palabras de Jovellanos nos indican que la afición a la pelota ya estaba ampliamente extendida en Euskal Herria para finales del siglo XVIII. La construcción de frontones se multiplica a lo largo del siglo XIX, pero es de todos conocido que estas construcciones no eran tan necesarias ya que los frontones se improvisaban en cualquier muro de las edificaciones existentes.

ROMERÍAS

El ocio popular en el País Vasco se centra en las romerías. La mayoría serán de carácter rural y cada barrio organizaba las suyas. Sin embargo hubo también algunas semi-urbanas como la de Loyola, a la que acudían los donostiarras, o la de Begoña en Bilbao.
La música y los bailes se mezclarán con la alegría de la sidra y el chacolí.
Las romerías contienen los principales elementos del ocio en el País Vasco: música, danza, tabernas, pero bajo la sombra de la iglesia.

CIRCOS

El circo fue muy popular en España durante el siglo XIX. La mayoría de las representaciones las llevaban a cabo compañías ambulantes, que iban de localidad en localidad con los animales, los domadores y los payasos. En Madrid y Barcelona, había algunos circos estables, con compañías más organizadas, donde se celebraban números en los que aparecían bailarines a caballo, se hacían acrobacias, malabarismos, magias o actuaban los payasos. Además de los animales los circos también funcionaban como muestrario de personas “extrañas”. El Barnum es el mejor ejemplo a nivel mundial.

Aquí también tuvimos nuestro personaje a exhibir: el gigante de Alzo.

EL PANORAMA

El panorama era una representación circular continua colgada en un edificio expresamente construido para acomodarla. El visitante observaba la imagen desde una plataforma central que le permitía la visión panorámica de 360 grados. Desde que Robert Baker realizó el primer panorama de Edimburgo en 1787, el fenómeno se fue extendiendo por las principales ciudades de Europa a lo largo de todo el siglo XIX. Los temas más representados eran vistas urbanas y escenas de batallas.