Tercera Planta: Historia

Maqueta de Bizkaia

BIZKAIA, EN TRES DIMENSIONES. Esta maqueta mide 18 m de largo por 11 m de ancho. Su escala vertical (1:2500) no coincide con su escala horizontal (1:5000), para potenciar visualmente los relieves y evitar el efecto de aplanamiento que hubiera producido aplicar la misma referencia. Cada chapa de madera es una curva de nivel de 2mm que corresponde a una altura real de 5 m. Hay en el modelo dos partes diferenciadas: la de la comarca del Gran Bilbao (confeccionada en 1962 por Antonio González con la colaboración de Mario Montorio y Pedro Eguia) y la del resto del territorio de Bizkaia (realizada entre 1962 y 1970 por los dos últimos). Entre ambas partes se aprecia una distorsión debida a las ampliaciones de los mapas utilizados, lo que provoca imperfecciones en el ensamblaje, sobre todo en la cadena montañosa del Txorierri.
 
MATERIALES. En los sesenta módulos que componen la obra se utilizaron tableros contrachapeados de madera de Calabó o caoba de América. Fueron confeccionados por la empresa La Aeronáutica, (Zorrotzaurre-Bilbao).
 
ALGUNOS DATOS HISTÓRICOS. En 1970, adquirida la maqueta por el museo, se ensamblaron por primera vez las dos partes que la componen. Con el fin de mejorar tanto la accesibilidad del público como su visibilidad, en la restauración de 2008 se ha girado y situado la obra a un nivel inferior al de 1970. También se ha variado ligeramente la posición y altura del módulo de Orduña, acercándolo al conjunto de Bizkaia y elevándolo sobre su cota natural, a fin de que no quedase ópticamente “rehundido”.

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Cartografía Histórica. Siglos XVI-XIX

La Cartografía es el arte y la ciencia de construir mapas, esto es, representaciones a escala sobre una superficie plana de una determinada parte de la superficie terrestre. Los mapas, dibujados sobre papel, tejidos, piedras… han existido desde épocas antiguas, pero es en torno a los siglos XIV y XV cuando la cartografía inicia el camino hacia planteamientos cada vez más científicos y rigurosos. La invención de la imprenta propiciará, además, una mayor difusión, ya que permitirá la reproducción rápida y múltiple de los mapas, en contraste con las antiguas reproducciones manuales.
 
La primera y principal escuela de fabricantes e impresores de mapas se desarrolla desde mediados del siglo XVI en Flandes (actuales Bélgica y Paises Bajos). Allí se iniciará la elaboración de completos Atlas del mundo (el primero de los cuales fue el Theatrum Orbis Terrarum publicado en 1570 por Abraham Ortelius) y allí surgirá también la figura de Mercator, considerado el padre de la cartografía moderna, autor de otro famoso Atlas que incorpora una decisiva innovación en la representación del mundo, la proyección cilíndrica que lleva su nombre.
 
Los mapas de esta época son fruto, en el mejor de los casos, de observaciones directas sobre el terreno practicadas por viajeros o corresponsales que los editores enviaban a los diferentes lugares, observaciones interpretadas después por los grabadores responsables de trasladarlas a la plancha a grabar, y repetidos y copiados hasta la saciedad por la propia empresa editora o por editores de la competencia. En estos mapas, más que el rigor y la exactitud en la representación, destaca su decoración, presentando bellas cartelas ornamentadas con figuras fantásticas, vistas, personajes, flora, fauna, barcos, compases, rosas de los vientos…
 
Los avances científicos y técnicos, así como los propios intereses de los estados por avanzar en el conocimiento y control de su propio territorio (por necesidades militares, políticas y fiscales), propiciaron a partir del siglo XVIII el surgimiento de cartografías cada vez más exactas y detalladas a base de hojas de mapas topográficos a gran escala que, en conjunto, completaban los grandes mapas nacionales. Cassini, en Francia, marcará el camino de esta nueva tendencia que, en España, seguirán Tomas López (aunque no con la deseable rigurosidad), Tofiño (en la cartografía náutica) y, ya en el siglo XIX, Coello.
 
La desaparición de la ornamentación, sustituida por datos y noticias estadísticas, y el nacimiento de la cartografía temática (mapas geológicos, físicos, climáticos, históricos…), acaban por sentar definitivamente las bases de la moderna cartografía que, en los siglos XX y XXI es ya un instrumento científico de primer orden.
 

Descargar: Folleto Cartografía Histórica


Los Mapas de Tomás López

Tomás López (Madrid 1730-1802), miembro de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País desde 1773, es el autor de la primera descripción cartográfica completa del territorio español, llegando a publicar en vida más de 200 mapas, si bien su Atlas Geographico del Reyno de España no vio la luz hasta 1804, gracias al impulso de sus hijos.

Tomás López es el paradigma de la denominada “Cartografía de gabinete”, en el sentido de que sus mapas son producto del empleo de fuentes indirectas, tanto gráficas como escritas, que recopila, selecciona y sintetiza. Su trabajo carece de una labor de campo y de la utilización de una metodología científica, basándose en la información obtenida de mapas, manuscritos y libros ya publicados, información que completa con las “memorias de los naturales”, esto es con los resultados de un cuestionario que remitió a los párrocos y autoridades civiles de las diversas poblaciones pidiéndoles datos, descripciones, croquis, planos y dibujos de todo aquello que fuera de interés.

Pese a todo, es incuestionable su aportación al conocimiento de nuestros territorios y a su representación cartográfica, debiéndose a su mano los primeros mapas de carácter local de Alava y Bizkaia y, proporcionando, en todos los casos, evidentes mejoras tanto en la cantidad como en la calidad de la toponimia, la red viaria e hidrográfica..., a lo que se añade la riqueza de las informaciones adicionales proporcionadas en las leyendas que acompañan a las mapas, hasta ahora nunca conocidas.

El éxito del Atlas fue grande, con ediciones en 1810, 1830 y 1844 y sus mapas se comercializaron incluso sueltos, en ediciones de bolsillo con formato plegable.

El Comercio

El siglo XI fue testigo de un renacimiento de la vida urbana y mercantile en el occidente de Europa, del que participaron los núcleos de población del País Vasco. En efecto, desde el siglo XII hasta mediados del siglo XIV, los lugares situados en encrucijadas de rutas y caminos y, especialmente, los asentamientos pesqueros del litoral fueron la base para la creación de villas que generaron actividades del orden artesanal y provocarón la conversión de muchos de sus habitantes, pescadores y agricultores hasta entonces, en comerciantes, armadores y mareantes.

La Villa de Bilbao, fundada en el año 1300, favorecida por su situación geográfica, por las ventajas fiscales concedidas por la Corona y por la libertad de comercio garantizada por los Fueros del Señorío, fue convirtiendose en el mas importante y activo centro del tráfico comercial maritimo entre la Peninsula y los paises del norte de Europa. A través de su puerto, y en naves construidas en nuestros astilleros y guiadas por expertos pilotos y capitanes vascos, se canalizó la exportación de la lana castellana y el hierro vasco hacia los centros productores de Flanes, Inglaterra y Francia.

La creciente importancia que esta ciudad comercial fue adquiriendo durante los siglos XIV y XV, hizo que los mercaderes y mareantes bilbainos se agrupasen en defensa de sus intereses, creando en 1489 una Hermandad o Cofradía que, con el nombre de Universidad de Capitanes, Maestres de Nao y Mercaderes de la Villa de Bilbao, controlaba y regulaba todo el tráfico commercial que arrancaba o llegaba a la Villa.

De la fuerza y pujanza de comerciantes y transportistas vascos en las plazas del norte de Europa son testimonio organismos como la Casa de Contratación de Vizcaya en Brujas, creada en 1493 como juzgado, lugar de reunión y transacciones comerciales, o la Confrerie de la Contrataio, asociación formada por los mercaderes vascos y castellanos con sede en Nantes.

Bilbao fue así puerta para el comercio europeo, cuyos productos principales eran las manufacturas textiles (paños, sedas, lienzos…), pero al que no fueron ajenos bienes de consumo, articulos de lujo e, incluso, obras de arte. En efecto, el comercio sirvió también para propiciar una aculturación, un trasvase de ideas, modas, gustos, estilos e, incluso, artistas y talleres. A partir del siglo XIV son muchas, y algunas de muy alto nivel artístico, las obras de arte producidas en Flandes e Inglaterra que llegan a todo el País Vasco; tablas, tallas, trípticos, pinturas, relieves, alabastros…obras, en fin, como las que pueden contemplarse en esta Sala, se encuentran abundantemente representadas en numerosas iglesias, conventos y casas nobles de todo el Pais.

En ocasiones, se trata de productos de mero comercio que son adquiridos en el mercado. Pero otras muchas veces son fabricados expresamente por encargo, bien en talleres flamencos o ingleses, bien directamente aquí, al gusto y estilo de la época, en talleres creados por artistas emigrados que se establecen en la zona, entre los que destaca, la conocida figura de Guiot de Beugrant, quien, instalado en Bilbao ya en 1535, fue el artifice del retablo de la Catedral de Santiago en Bilbao, además de otro buen número de obras repartidas por todo el País Vasco, Navarra y La Rioja.

Consulado de Bilbao

Consolidada a comienzos del siglo XVI la actividad comercial de Bilbao, los mercaderes y mareantes de la villa, ante la competencia de la ciudad de Burgos, se vieron en la necesidad de robustecer su Antigua Cofradía por lo que solicitaron a la Corona la confirmación de su autoridad y jurisdicción sbre los asuntos comerciales. En respuesta y por privilegio de la Reina Dª Juana dado el 22 de junio de 1511, se crea el Consulado, Casa de Contratación, Juzgado de los Hombres de Negocios de Mar y Tierra y Universidad de Bilbao.

El Consulado, tras un primer momento en que celebró sus Juntas en dependencias del Concejo de la Villa, se instaló en casa propia edificada en terrenos de la Plaza Mayor, aneja a la iglesia de San Antón. El edificio fue derribado a finales del siglo XIX para abrir la calle Ribera tal y como hoy la conocemos.

El Consulado quedó sujeto al gobierno político y económico de la Villa y a sus ordenanzas pero conocía privativamente a través de un juzgado presidido por un Prior y dos Consules “de todos los pleitos y diferencias de entre los mercaderes y sus compañeros y factires, sobre las negociaciones de comercios, compras, ventas, cambios, seguros, cuentas de compañías, afletamientos de naves, factorías y demás” (Ordenanzas del Consulado de Bilbao. Año 1737).

El cuerpo legal por el que se regía el Consulado estaba fijado por las Ordenanzas desde 1531, normas que fueron revisándose, adaptándose y mejorándose con el tiempo hasta que se llegó a las Ordenanzas de 1737 y cuya codificación les permitió ser elevadas a la consideración de fuente de Derecho Mercantil Marítimo.

Era incumbencia del Consulado el cuidado y creación de caminos, las obras de canal y de la ría y por ultimo, la regulación del trato mercantile en todo aquello que de una forma u otra pudiera ser de su competencia. Destacan las Obras del Muelle de Portugalete en 1540 y el encauzamiento de la Ría entre Desierto y Portugalete entre 1735 y 1758, obra de José Crane, la apertura de nuevos muelles y cauces entre Deusto y Bilbao y ya en cooperación con el Gobierno del Señorio y de la Villa, la creación de una Escuela de Nautica y Matematicas y el proyecto y financiación del camino entre Bilbao y la Meseta a traves de Orduña.

Los cargos de Prior y Consul eran electivos, anuales y no reelegibles. La elección se celebraba el 24 de Julio, víspera de Santiago, patron del Consulado, y tras ella los nuevos cargos designaban al resto de oficiales de la Casa.

Durante tres siglos el Consulado de Bilbao mantuvo su actividad y su presencia en la Villa. A principios del siglo XIX, la situación interior y exterior provocó un receso en la actividad comercial de Bilbao lo que, unido a la creciente tendencia centralista del estado español, terminó por poner fin a estas institución.

En 1829 se promulga el Código de Comercio creándos dos nuevos organismos, el Tribunal de Comercio y la Junta de Comercio que asumen y se reparten las competencias del antiguo Consulado. Se cierra asi la historia de esta ilustre Institución algunas de cuyas funciones serán heredadas y retomadas años mas tarde, por organismos hoy todavia vigentes: la Cámara de Comercio y Navegación y la Autoridad Portuaria de Bilbao.

Descargar: Folleto Sala de Audiencias del Consulado de Bilbao